Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía, lo dijo claramente hace años, palabras más o menos: el 1% de la población mundial tiene todo lo que al otro 99% le falta. Y tal brecha (abismo) entre ricos y pobres crece cada día. De hecho, cada 24 horas, son menos los súper millonarios (pero más ricos cad a vez) y mucho más los pobres (miserables) en el mundo.
El porcentaje anterior tiene múltiples formas de manifestarse según el país. Y también distintas maneras de dejar su huella. En México, por ejemplo, una de ellas es la siguiente: 53% de la Población Económicamente Activa (PEA) es informal. Es una población de mexicanos que no obstante su condición fiscal requiere (exige) servicios como agua, luz, seguridad… ¿Y el dinero vía impuestos para satisfacerles, de dónde?
Otro rostro de la desigualdad es el que incorpora a millones de personas en México que viven por debajo del umbral de pobreza, una situación de vulnerabilidad que les impide el disfrute pleno de derechos humanos como la educación, vivienda digna, salud, acceso a la justicia… Prácticamente son ciudadanos de tercera o cuarta categoría.. [El presente texto es un extracto de la columna Alta Dirección publicada en la revista Contenido].
*El autor es abogado, periodista, administrador, educador y Fundador de Alta Dirección Jurídica.
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