¿Cómo vivir luego de la muerte de un ser querido? ¿Cómo soportar el peso de deambular como un sobreviviente? ¿Cómo superar el calificativo de víctima? Tres preguntas que acompañan la impuesta soledad de una persona que carga con el duelo de perder a su sobrina, a su sobrino; a su hermano... Los tres, arrebatados de su vida. Asesinados a sangre fría.
Por Luis Hernández Martínez*
Ya pasaron más de 1,150 días desde su homicidio. Sin embargo, la escena del crimen –como le llamaron; como le dicen los fiscales–, esa dantesca cortina que encubrió una alta traición, la pérdida de su mundo, no la sacará de sus pensamientos. Y no la arrancará de su mente a pesar de las leyes, la esperanza de justicia, las palabras de la fiscalía, la captura del presunto culpable, las condolencias, el apoyo de sus abogados (https://www.altadireccionjuridica.com/post/impunidad-o-corrupci%C3%B3n).
No la quitará de su cabeza porque sería el equivalente a un borrón y cuenta nueva. ¿Y cómo dejar de lado la tragedia que trastocó para siempre su vida? ¿Alimentar el injusto olvido? ¡Jamás! Al contrario. Hoy la lucha es –de hecho– evitar que el triple asesinato forme parte de la estadística de la impunidad. Que sume peso a las toneladas de carne de cañón que pseudo comunicadores utilizan como morboso anzuelo ante el sanguinolento olor del raiting.
¡Nunca! La odisea es para conquistar la escarpada montaña de la justicia. El drama no solo es un mero asunto penal. Irrumpió en el círculo más íntimo de su familia. Destrozó su tejido social, su tranquilidad. Ahora su búsqueda y persistencia ya no distinguen de insomnios, desvelos o trasnochadas. Solo saben que cada vez son más las ocasiones donde la línea horaria que separa al día de la noche se borra hasta desaparecer (https://www.altadireccionjuridica.com/post/luchar-contra-la-injusticia).
Su cruzada personal pretende recuperar una Tierra Santa donde la impunidad y la injusticia no tienen cabida. Donde la tan llevada y traída reparación del daño adquiera matices de un verdadero resarcimiento. Una incursión en el mismo infierno de la maldad humana. Una campaña que ya, luego de más de tres años de luchar, rasga en el heroísmo. Avanza hacia la tierra de lo imposible.
“El asesino sigue en prisión preventiva”, balbucea con pesar la víctima, la sobreviviente... “Presunto culpable, perdón, aún no hay juicio ni sentencia”, corrige sin ocultar su frustración. Su enojo. Y ofrece disculpas –sarcasmo incluido– porque no puede, quizás nunca entienda, por qué el homicida de su mundo disfruta de derechos que con sangre fría –plena conciencia y planeación– les negó a sus seres queridos (https://www.altadireccionjuridica.com/post/sin-paz-ni-justicia).
Y agrega: “Ahora estamos en la etapa de la investigación complementaria. Es el momento que el Ministerio Público utiliza para preparar y robustecer su caso. ¿Nosotros? Deambulando. Viviendo por vivir. Preguntándonos si el testimonio de los testigos alcanzará para crear la convicción que el juez requiere para dictar una sentencia condenatoria. Si el resultado del juicio será suficiente para que al paso de los años nos digamos que hicimos todo lo necesario para que el triple asesinato no quedara impune. ¿Nosotros? ¿Cómo estamos? Sin justicia, ni paz”.
*El autor es abogado, administrador, periodista y educador. Es perfeccionador y experto en compliance en Alta Dirección de Empresas y docente a nivel posgrado en materias de innovación, negocios, mercadotecnia y derecho.
Es evidente que dentro de los procesos jurídicos existe poca solidaridad y justicia. Además de que son muy tardados , esto es claramente perjudicial para la víctima. Por qué inclusive teniendo al culpable tiene que esperar un largo proceso para que se haga justicia.
Investigación, culpable o culpables, víctimas, procesos legales y administrativos por no enumerar varios más son algunos de los elementos que hemos oído hablar en casos donde hay algún homicidio, sin embargo dónde queda la parte humana, michas veces nos cerramos a ese proceso kafkiano dónde se vuelve lo más relevante encontrar al culpable, encerrarlo y sumará otro dato positivo a las estadísticas en homicidios, así bien, ¿Dónde queda la víctima? ¿Qué hay de las secuelas que la perdida deja? Y aún así cuando hay asistencia psicológica de por medio¿en verdad sanamos? ¿En realidad nos enfrentamos de tu a tú con el sentimiento de perdida? O es mucho más fácil que nuestra mente nos haga creer que así es cuándo en…
La historia presentada contiene fragmentos de una historia de dolor, pero desafortunadamente este tipo de historias van en aumento, y otro hecho más impactante es que quedan registradas las cifras de los delitos y se quedan en un dato más de impunidad.
Martin Ortiz
Facultad de Contaduria y Administración
Lamentablemente este es uno de los tantos ejemplos de cómo lo deshumanización del hombre no se ha llevado a la construcción de un criterio sin escrúpulos en el cual las víctimas quedan atrapadas teniendo un aire de incertidumbre total de la justicia no es justicia, donde los procesos penales no son lo suficientemente eficaces como lo deberían ser y dónde la construcción de un barco jurídico ineficiente sin profesionales preocupados por su vocación ha dejado su paso un mar de dudas para las almas que quedan atrapadas en el proceso sin oportunidad de resarcir o por lo menos encontrar qué es lo que va a pasar con el responsable del delito.
Es aquí donde realmente nos damos cuenta de qué…
Me parece triste que la víctima sea la que tiene defenderse contra alguien que ya le hizo suficiente daño a ella y a su familia.
Me parecen injustos los procesos legales, pues desde mi experiencia son muy tardado y las soluciones no son las mejores para las víctimas.
Sin duda, los asesinos deberían ser juzgados y deben pagar por sus delitos.
Ana Arcos
Facultad de Contaduria y Administración.